sábado, 15 de noviembre de 2008

Si pudiera recogerte en mi memoria.

Si pudiera recogerte en mi memoria
con los restos que aùn me quedan
con mis ojos ya por ahì
donde yacen los niños muertos de verguenza
con espinas ajenas a su rubor
si pudiera recordarte toda en mì
con tus ojos de armadura celeste
que el cielo sin saberlo borrò
tu ahì recordàndome que fuiste
quizà plazuela o quizà fuente
con tus sueños escritos por mitades
con tu nombre forma extraña del secreto
si pudiera saber que un dìa fuiste
y asì se acabara mi historia
sabiendo que no sòlo soy el cuento
de un niño muerto de verguenza
yo colgado de tus mejillas
sombra incierta de mis deseos
limadura despierta de lo que es.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Poema: Harto de tu querer sin sencillo.

Harto de tu querer sin sencillo
y de tanta pena sin sombra
viajando en barcos de làmparas quietas
donde dos llagas se destrozan a pico limpio
bajo un tosco clamor de risas maltrechas
no puedo sino llorar a mar abierto
porque te quiero y aùn te canto
para ya tu mañana de luz y cielo
y tus colores nunca antes vistos
colores de fuentes que ya te vieron
y amores que nunca fueron
quizà mañana màs tarde
cuando el mar sea màs grande y màs cierto
pronto a dormirse en còmoda fuente
cuando tus ojos se abran asì de claros
te vuelvas a mì con tu lunar y tu frente
con tu amor saliendo de remate
y tu corazòn rodando de costado.

Poema: La relaciòn firme y entrañable.

La relaciòn firme y entrañable que hoy llevan adelante la bella mujer de los crespos hechos y el pobre hombre de capa caìda, puede ser explicada por la cada vez màs fuerte prevalencia de los emblemas diversificados, que hoy màs que nunca se nutren de las fuentes escritas que aparecen cada mañana en la periferia de lo desconocido (lo que los poetas surdos llaman "deslumbramiento antagònico"). Hasta ahora era imposible imaginar la perfectibilidad subyasente en la maraña de lo meramente existente o lo puramente sensible. Me explico: lo que tenuemente puede ser visto dentro del rango medio de la longitud celeste, entre la nebulosa que duerme y el corazòn que late, es el ambiguo signo de interrogaciòn, que puede ser caricia que envuelve o sonrisa que calla. La vida, tal como la vemos desde Galileo, no es sino el nacimiento continuo, en cadena y por escrito, del tren serio, tan venido a menos, de cara al mañana que espera y al misterio que encierra (lo que los acadèmicos llaman "prevalencia unificada"). Que no nos extrañe, pues, el florecimiento aligerado que la naturaleza, en su noble afàn constitutivo, pergeña, cada vez con màs ahinco, para hacer de este mundo casa señera de elavada ìndole.